FORASTERO EN LOLITALANDIA, UN

Afirmaba Gregor von Rezzori que nacer «en un coche de caballos de camino a Czernowitz», le había conferido una extraña sensación de vivir siempre a la espera de algo que fuera por fin esencial y definitivo. Fue el 13 de mayo de 1914, meses antes de que estallara la Primera Guerra Mundial, en Bucovina, una de las provincias orientales de la antigua Austria. Descendiente de una familia siciliana, que emigró a mediados del siglo xviii del norte de Italia a Viena, el autor pasó su infancia en las alejadas provincias de un imperio austrohúngaro que se desmoronaba. En su obra, Von Rezzori inicia la búsqueda de esa vieja Europa con una ironía y un desencanto que se adelanta a su época.Inició estudios de ingeniería, arquitectura y medicina en Austria, que no llegó a concluir. Volvió a Rumanía para cumplir con el servicio militar y durante cuatro años residió en Bucarest. En 1938 se trasladó a Berlín, una metrópoli que se preparaba para el suicidio y que el autor tan bien describió a finales de los cuarenta en su Edipo en Stalingrado. Durante la guerra publicó sus primeras novelas. Al margen de su actividad novelística, fue periodista e ilustrador y colaboró en la radio, la televisión y el cine. Desde los años sesenta residía en la Toscana, en una localidad cercana a Florencia, desde donde evocó en libros como Memorias de un antisemita y Flores en la nieveuna Europa desaparecida bajo las botas de la barbarie nazi y soviética y ya completamente americanizada.Sin embargo, Von Rezzori nunca fue un nostálgico de ese mundo desaparecido, pues «no hay que entregarse a la búsqueda del tiempo perdido con espíritu de turismo nostálgico». En Un forastero en Lolitalandia, Gregor von Rezzori, que falleció el 23 de abril de 1998 en su casa de Donnini, aplica con brillantez esta premisa.