TEATRO MARITTIMO Nº 4. MONUMENTOS MODERNOS

TEATRO MARITTIMO Nº 4. MONUMENTOS MODERNOS.

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TEATRO MARITTIMO. REVISTA DE CINE + ARQUITECTURA Una gran parte de la arquitectura del siglo XX ha suscrito el credo austero del Funcionalismo; ha sido social, económica y biológica, y ha renegado de su papel tradicional como transmisora de ideas y mensajes, más allá de la simple expresión de la estructura, o de un aserto formal de su programa utilitario. Es más, tras la Segunda Guerra Mundial, con la rápida extensión del 'Estilo Internacional', llegó a generalizarse el parecer de que este era el único camino viable para la arquitectura del futuro, e incluso el santo patrón de la Forma pura, Mihes van der Rohe, se preciaba de ser 'razonable' por encima de todo lo demás. El ya clásico manifiesto Aprendiendo de Las Vegas, de 1972, pudo subtitularse lapidariamente 'El simbolismo olvidado de la forma arquitectónica, y en España, por ejemplo, era frecuente referirse despectivamente a Antonio Palacios como arquitecto 'monumentalista'. El déficit comunicativo de la arquitectura moderna, de hecho, fue reconocido rápidamente -en los años 40- por sus propios paladines y representantes, como Sigfried Giedion o Louis Kahn, y fue denunciado, de manera sorprendente, en el mismísimo seno de los CIAM. El Team X fue creado para contrarrestar la anomia del 'funcionalismo vulgar' y, un poco más adelante aún, la revuelta postmoderna tuvo lugar a su vez para llevar a término el mismo trabajo que los arquitectos reformistas anteriores se mostraron incapaces de realizar. Las cosas han cambiado mucho, en efecto, a partir de los años 70, y las relaciones entre el público y la arquitectura se están reesatableciendo en las últimas décadas a golpe de espectáculo y de ciencia-ficción, mientras símbolos tan viejos como la cúpula y las pirámides vuelven a dar representatividad a grandes instituciones de la colectividad como el Museo del Louvre o el Reichstag de Berlín. El retorno del monumento ocurre sin embargo en condiciones sociales y culturales tan diferentes a las del siglo XIX como el lenguaje y la tecnología actuales lo son respecto a los del pasado. Aún es pronto para poder apreciar con claridad el valor de los nuevos monumentos; este es más bien el momento apropiado para observarlos con una mirada crítica y evaluar sus aportaciones y sus efectos sobre la vida de la ciudad. []

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